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Buitres


Nombre Científico : Gyps africanus

Familia : Accipítridos (Accipitridae)

Orden : Falconiformes

Clase : Aves

Identificación : Los ojos y el cuello oscuros diferencian a esta especie del adulto del buitre de El Cabo (el cual, además, es de mayor tamaño).

Tamaño : Longitud: 94 cm; envergadura: 218 cm.

Peso : 4-7 kg (peso medio, 5,5 kg).

Distribución : África tropical y subtropical, desde Mauritania hasta Etiopía, y hasta el este de Sudáfrica por el sur.
Hábitat : Terrenos arbolados de diversos tipos, sabanas y estepas; está ausente de los desiertos y de las selvas densas.

Alimentación : Se alimenta de carroña, principalmente de los músculos blandos y los tejidos orgánicos, pero consume asimismo fragmentos de huesos de los cadáveres de grandes mamíferos. También devora placentas y pequeños animales muertos.

Reproducción : Tras una incubación de unos 56 días, pone un huevo (rara vez 2 ó 3) a principios de la estación seca.



Los buitres constituyen un eslabón esencial en muchos biomas del planeta. Dotadas de una facultad asombrosa para descubrir los cuerpos de los animales que les sirven de alimento, estas aves no sólo actúan como indispensables escuadrones de limpieza, sino también como verdaderos alquimistas que transforman la muerte en vida. Sin el concurso de los carroñeros, muchos ecosistemas no tardarían en convertirse en cementerios a cielo abierto, empobreciéndose sin remedio al ser incapaces de reciclar con rapidez una gran parte de su materia y energía.




ORIGEN Y EVOLUCIÓN
Primeras rapaces
Los primeros fósiles de aves rapaces se remontan a principios de la era Terciaria, hace unos 30-50 millones de años, esto es, unos 100 millones de años después de Archaeopteryx, la primera ave conocida. Los yacimientos más importantes de estas ancestrales rapaces proceden de principios del Oligoceno (hace unos 35 millones de años) y se encontraron en Francia y Sudamérica. Por su especto general, recuerdan a los actuales busardos ratoneros; sin embargo, y a pesar de que probablemente ambas aves de presa se originaron en el antiguo continente de Gondwana, no están estrechamente emparentadas. Durante el Mioceno, las rapaces ya estaban considerablemente diversificadas y extendidas, tanto por África y Eurasia como por América.

Algunas de estas rapaces ya eran probablemente carroñeras –como por ejemplo los Plesiocathrtes encontrados en depósitos del Mioceno inferior en Rubí (España)-, pero conviene precisar que los catártidos (familia representada actualmente por los buitres americanos) pertenecen a un linaje muy distintos al de los buitres del Viejo Mundo. La escasez del registro fósil no sólo impide deducir relaciones de parentesco entre los falconiformes o “rapaces diurnas” y otros grupos de aves, sino que tampoco permite asegurar que los accipítridos (familia a la que pertenecen los buitres del Viejo Mundo) y los catártidos tengan un antecesor común.

Buitres y cigüeñas
Pese a la convergencia evolutiva entre ambos grupos de buitres (y al hecho de que los catártidos tuvieron varios representantes en el Viejo Mundo hasta el Pleistoceno superior), mucos detalles de la anatomía y comportamiento de unos y otros indican que no están estrechamente emparentados. Reconocida ya por Huxley en 1876, esta diferencia esencial fue confirmada luego por una serie de autores que encontraron varios rasgos comunes entre los catártidos –los buitres americanos- y os cicónidos –familia que agrupa a las cigüeñas-.

Uno de estos rasgos es la costumbre de ambas aves de refrescarse untando las patas con orina. Otro indicio que apunta hacia esta similitud es la existencia, en el Eoceno, de una enorme ave predadora con el hocico ganchudo, Neocathartes, que era similar a los actuales catártidos pero tenía largas patas de cigüeña (algunas cigüeñas actuales se alimentan de carroñas junto a los buitres, y no es difícil imaginar la evolución de las antiguas cigüeñas de este tipo hacia los catártidos).
Otros rasgos comunes, más anatómicos, son difícilmente explicables en términos divulgativos, pero existe una prueba adicional del probable parentesco cercano entre ambos grupos de aves: según los recientes y polémicos estudios de hibridación de ADN de Sibley y Ahlquist, las diferencias genéticas entre cigüeñas y buitres americanos serían menores que entre estos últimos y los otros falconiformes, como por ejemplo los buitres del Viejo Mundo.

TODAS LAS ESPECIES

Los buitres se pueden clasificar en dos grandes grupos: los del Viejo Mundo, cuyas quince especies pertenecen a la familia de los accipítridos (la más numerosa del orden de los falconiformes y una de las más diversificadas de la clase de las aves) y los del Nuevo Mundo, que pertenecen a la familia de los catártidos y ocupan en América un nicho ecológico similar al de los buitres accipítridos.

BUITRES DEL VIEJO MUNDO



Buitre palmero

(Gypohierax angolensis)Propia de África tropical y ecuatorial, esta pequeña rapaz de plumaje blanco y negro parece ocupar un lugar intermedio entre los pigargos y los demás buitres, tanto por su anatomía como por sus hábitos alimenticios.

Quebrantahuesos

(Gypaetus barbatus)Esta enorme rapaz de plumaje negro y ocre rojizo anida en las zonas más montañosas y escarpadas de África y Eurasia, incluido el Himalaya.

Alimoche común

(Neophron percnopterus)Propio de las zonas áridas de África y el sur de Eurasia, este pequeño buitre de rostro completamente desnudo parece una versión reducida del quebrantahuesos con un plumaje de cigüeña blanca.

Buitre negro

(Aegypius monachus)Pese a su amplia distribución que abarca el sur de Paleártico, Sudán y el norte de la India, este enorme buitre es hoy una especie vulnerable en toda su área.

Buitre cabecirrojo

(Sarcogyps calvus)Este buitre de tamaño mediano ocupa una gran variedad de hábitats en el sur de Asia. Suele alimentarse de carroña, pero también piratea el alimento de otros buitres.

Buitre moteado

(Gyps rueppellii)Es la más gregaria de las seis especies que forman el gremio de buitres de la sabana subsahariana: no sólo anida en colonias de diez a mil parejas, sino que además duerme y se encumbra comunalmente.

Buitre leonado

(Gyps fulvus)Propia de las montañas y zonas áridas del suroeste del Paleártico, rabia y centro de Asia, esta especie necesita acantilados y otras zonas rocosas y abruptas para encumbrarse, dormir y anidar. Es el buitre más común en el sur de Europa y el único de su género que cría en este continente.



Buitres asiáticos



(género Gyps)Sólo se encuentran en el sur de Asia y son exclusivamente carroñeros. El buitre dorsiblanco bengalí (G. bengalensis), que es una versión más oscura del dorsiblanco africano, vive cerca de pueblos y ciudades, congregándose a veces en grandes números en mataderos y vertederos de basura. Algo más pálido que el primero y asociado a menudo con él, el buitre picofino (G. indicus) es casi tan colonial como el buitre leonado. El buitre del Himalaya (G. himalayensis) rara vez desciende por debajo de los 1.500 m y puede poseer una gran envergadura (hasta 3,10 m).



Buitre orejudo



(Torgos tracheliotus)Aunque también pertenece al gremio de los carroñeros de la sabana, este buitre de cabeza rojiza y pico muy grueso no es exclusivo del continente africano, ya que también se encuentra en Israel y la península Arábiga.



Buitre cabeciblanco



(Trigonoceps occipitalis)Este buitre africano suele alimentarse sólo o en parejas, arrebatando algún pedazo de carroña a otros miembros del gremio de la sabana, robando sus presas a otras aves, o capturando langostas y termitas aladas.



Alimoche sombrío



(Necrosyrtes monachus)Esta especie africana, que parece una versión reducida del buitre orejudo, es muy abundante en el oeste y el noreste de África.



Buitre de El Cabo



(Gyps coprotheres)Colonial y gregaria, esta especie gemela del buitre leonado se alimenta en las grandes carroñas que a menudo comparten con otros buitres africanos.




BUITRES DEL NUEVO MUNDO



Auras



(género Cathartes)Contrariamente a la inmensa mayoría de aves, las auras tienen un olfato muy desarrollado que juega un papel fundamental en la localización del alimento. Aunque la taxonomía del género no está bien definida, suelen diferenciarse tres especies: el aura gallipavo (c. aura), que ocupa todo tipo de hábitats desde el suroeste de Canadá hasta la Patagonia incluidas las Antillas; el aura sabanera (C. burrovianus), que habita en herbazales, sabanas y linderos forestales de América tropical; y el aura selvática (C. melambrotus), que sólo se encuentra en las selvas más vírgenes de la Amazona.



Zopilote rey



(Sarcoramphus papa)Con su plumaje contrastado y su cabeza multicolor y barroca, el zopilote rey es una de las aves más vistosas. Dependiente de las auras para encontrar su alimento, este catártido, que ocupa hábitats selváticos y de sabana en la América tropical, es dominante en las carroñas pero no suele ser agresivo.



Zopilote negro



(Coragyps atratus)El área de distribución de esta especie muy común y adaptable abarca desde el sur de Estados Unidos hasta Argentina y Chile. Se alimenta de todo tipo de carroñas, y su gran abertura bucal le permite especializarse en los músculos y vísceras, que engulle con gran rapidez.



Cóndores



En el extremo opuesto del zopilote negro, que abunda incluso en las grandes poblaciones, está el cóndor californiano (Gymnogyps californianus), una de las aves más amenazadas del mundo. Tras desaparecer a mediados de los años ochenta. Este catártido ha sido objeto de un exitoso programa de cría que ha permitido iniciar su reintroducción en las colinas del valle de San Joaquín, en California. Mucho más extensa que la del californiano, el área el cóndor andino (Vultur gryphus) abarca el este de América del Sur, desde Venezuela hasta la Tierra del Fuego. Con sus 15 kg de peso máximo y una envergadura de hasta 3,2 m, ésta es la mayor de las rapaces.




MEDIO NATURAL+



Distribución



Especialmente diversificados en el continente africano, los buitres del Viejo Mundo cuentan allí con once representantes, es decir, con la gran mayoría de las quince especies que conforman este heterogéneo grupo. Seis de estos once buitres sólo se encuentran en África: el buitre palmero, cuya área se extiende desde Senegambia hasta la costa de Kenya, y por el sur hasta Angola y el noreste de Sudáfrica; el alimoche sombrío, que se distribuye desde Mauritania hasta Etiopía, Namibia y Sudáfrica, pero sin adentrarse en los desiertos y las grandes zonas selváticas; el buitre dorsiblanco africano y el buitre cabeciblanco, que tienen una distribución similar a la del alimoche sombrío, aunque algo más sureña; el buitre de El Cabo, que es endémico del sur de África, desde Namibia, Botswana, Zimbabwe y sur de Mozambique hasta el Cabo de Buena Esperanza; y el buitre moteado, la más tropical de las especies africanas, ya que su área de distribución va desde Etiopía, Eritrea y el noreste de Somalia, hasta posiblemente Arabia Saudí.


Además de estos seis endemismos continentales, también puede considerarse al buitre orejudo como una especie africana; su extensa área de distribución abarca gran parte de África al sur de trópico de Cáncer –más una pequeña zona en el suroeste de Marruecos- y sólo se adentra en Asia por el sur de Israel y la península Arábiga. Otra especie muy distribuida por África es el alimoche común, cuya población más importante se encuentra en Etiopía. Además de ocupar casi toda la franja del Sahel, este pequeño buitre también se encuentra en Kenya, Tanzania, Angola, Namibia, el archipiélago de las Canarias y las islas de Cabo Verde, así como en diversas zonas de Eurasia.


Mucho más euroasiáticos son el quebrantahuesos y el buitre leonado, que tienen una distribución principalmente paleártica –aunque existen pequeñas poblaciones del primero en el este y el sur de África-, mientras que el buitre negro sólo inverna en el noreste de África. Las otras cuatro especies son exclusivas del sur de Asia: en la parte más tropical del continente habitan los buitres dorsiblanco bengalí, picofino y cabecirrojo, y en las altas montañas del centro-sur de Asia, el buitre del Himalaya.



Hábitats


El aura gallipavo ocupa todo tipo de hábitats, desde el desierto más absoluto (en Perú) y las pluvisilvas más densas, hasta herbazales, sabanas, semidesiertos y bosques templados en Norteamérica. Tan ubicuo o más que el aura gallipavo es el zopilote negro. Este adaptable buitre americano no sólo ocupa casi todos los hábitats de tierras bajas, a excepción de las selvas más densas, sino también y sobre todo las zonas habitadas. En el otro extremo de estas especies tan antrópicas están el cóndor californiano, que sólo vivía en colinas remotas y apartadas –por lo menos en fechas recientes-, y el cóndor andino, habitante de las altas soledades de los Andes y de las costas y herbazales no menos remotos de Perú y el sur de Chile y Argentina.


En el Viejo Mundo, los hábitats urbanos son utilizados sobre todo por el alimoche sombrío y por los buitres dorsiblanco bengalí y picofino. El primero merodea por las ciudades del oeste de África, en busca de basura e incluso de excrementos; en otras zonas del continente es, en cambio, una especie propia de las sabanas y zonas arboladas no muy densas. Las otras dos especies se concentran en torno a los mataderos y vertederos de basura, aunque también se encuentran en parques y terrenos abiertos en torno a pueblos y ciudades. Otro medio frecuentado por varios buitres accipítridos es el de montaña.


La alta montaña, en particular, es el feudo indiscutible del quebrantahuesos y del buitre del Himalaya, pero también es habitada por algunas poblaciones de alimoche, por varias poblaciones de buitre negro y por algunas especies que, como los buitres leonado, moteado y de El Cabo, dependen de las zonas accidentadas para dormir, anidar y encumbrarse. Otros buitres, como el cabecirrojo, el dorsiblanco bengalí y la subespecie Tenuirostris del buitre picofino, no alcanzan cotas tan elevadas, pero sí ocupan el piedemonte del Himalaya hasta los 1.500 ó 2.000 m de altitud.


Contrariamente a lo que sucede con los catártidos, el medio forestal denso no es muy propicio a los buitres del Viejo Mundo: sólo habitan o se encuentran con cierta regularidad en él –o mejor dicho en sus linderos- el buitre palmero, algunas poblaciones de buitre negro (en bosques de montaña) y, en algunas zonas de África, el alimoche sombrío. La gran mayoría de especies necesitan de grandes extensiones abiertas, con escasa vegetación arbórea, para localizar desde el aire las carroñas. Éste es el caso del buitre dorsiblanco africano, pero también lo es de muchas otras especies de tamaño grande o mediano que, debido a su limitada movilidad en el suelo y a su gran dependencia de las corrientes térmicas, tienden a pasar gran parte del día en el aire.



Estado de las especies


Aunque algunas de sus poblaciones han sufrido graves declives, la mayoría de los buitres del Viejo Mundo continúan siendo bastante comunes. Más delicada, sin embargo, es la situación del buitre moteado, que es perseguido con ahínco por sus pretendidas virtudes medicinales o mágicas; la del buitre cabeciblanco, especie que nunca ha sido muy común, entre otras cosas porque el porcentaje de parejas que no crían es muy elevado cuando la pluviosidad desciende; o la del alimoche común, que ha sufrido un importante declive debido al envenenamiento por pesticidas, la menor disponibilidad de las carroñas y la persecución directa. Estas últimas causas explican, asimismo, el declive de muchas poblaciones de buitre leonado, especie que, sin embargo, ha gozado de una espectacular recuperación en el oeste de Europa gracias a las medidas de protección y a algunas reintroducciones exitosas. Otro buitre que ha sufrido cierto declive es el de El Cabo, pese a las grandes medidas de conservación.


Más frágil aún es la situación del quebrantahuesos, que, pese a su recuperación en los Pirineos y a la estabilidad de sus poblaciones del Himalaya y del centro de Asia, ha sufrido un declive general en toda su área. Entre las causas de este declive figuran la destrucción del hábitat, la disminución del alimento y las injerencias humanas en las áreas de nidificación. Junto con la persecución directa, estas razones explican, asimismo, la actual vulnerabilidad del buitre negro, una especie que nidifica en árboles que a menudo son de fácil acceso, y que tan sólo en España ha gozado de un aumento reciente de sus efectivos.




ANATOMÍA DEL BUITRE DORSIBLANCO AFRICANO



Una increíble adaptación a la dieta carroñera


Al igual que otras falconiformes, el buitre dorsiblanco africano tiene la cabeza pequeña y un pico fuerte, curvo y provisto de filos cortantes. A diferencia de las rapaces depredadoras, sin embargo, este carroñero tiene unas garras débiles y escasamente desarrolladas.


OJOS

A diferencia de la mayoría de los otros animales, los buitres y otras rapaces diurnas tienen dos fóveas o puntos de máxima sensibilidad visual en cada ojo. Dado que, en cada uno de estos órganos una fóvea está dirigida lateralmente y la otra hacia delante, estas aves pueden ver en cualquier momento tres campos distintos con nitidez y precisión: dos laterales, con visión monocular independiente, y uno central con visión binocular o combinada, es decir, con una perfecta apreciación del relieve y la distancia. Como contrapartida, estos ojos tan perfeccionados son semitubulares y no pueden moverse mucho dentro de sus órbitas, lo que significa que el ave debe ladear, bajar o subir la cabeza para dirigir su visión hacia el objeto.


EXTREMOS ALARES

Las alas de bajo índice de aspecto, esto es, aquéllas cuyas longitud no supera con creces a su anchura, suelen oponer una gran resistencia al aire por el que se desplazan. El aire de la zona de alta presión situada bajo las alas tiende a fluir por sus extremos hacia la zona a baja presión que se sitúa por encima. Al producir una turbulencia en los extremos alares, este desplazamiento hacia arriba rompe el flujo laminar del aire, generando una gran resistencia al avance y dificultando en gran medida el vuelo encumbrado. Para solventar en parte este problema, los buitres extienden sus plumas primarias, separándolas como “dedos” y creando profundas muescas entre unas y otras. Al disponerse de esta forma, cada una de las primarias actúa como una pequeña ala de alto índice de aspecto, lo que reduce la turbulencia en los extremos alares y disminuye la velocidad mínima de sustentación del ala.


ALAS

Largas, anchas y más o menos rectangulares, están adaptadas para sacar el máximo provecho de las corrientes aéreas ascendentes o térmicas, permitiendo que el ave se remonte sin esfuerzo. Tras un evidente esfuerzo inicial, la ascensión se convierte en un fácil planeo en el interior de las grandes bolsas de aire caliente que se forman en las corrientes térmicas cuando las aves ganan cierta altura.


PUMAJE

No presenta grandes diferencias entre ambos sexos, pero se vuelve más pálido y uniforme con la edad, especialmente en las hembras.


PICO

Muy robusto y casi tan largo como la cabeza, permite desgarrar la piel dura de los grandes cadáveres


LENGUA

Tapizada de púas, permite arrancar en pocos segundos la carne blanda que recubre los huesos.


CUELLO

Largo y recubierto de un fino plumón, lo que permite introducir la cabeza en los más hondo del cadáver; la ausencia de plumas grandes evita que el cuello quede empapado de sangre, facilitando su limpieza.


GARRAS

Poco desarrolladas y con las uñas romas, prácticamente carecen de fuerza y habilidad prensil, pero permiten, en cambio, recorrer cortos trechos por el suelo.


RÉMIGES (plumas de vuelo alares)

Rígidas y fuertes, permiten realizar vuelos de larga duración.


COLA

Corta, como en otros buitres del género Gyps; como su homólogo bengalí, y a diferencia de las otras especies del género que tienen catorce rectrices, el africano suele tener doce, rasgo que ha inducido a algunos autores a clasificar ambos buitres dorsiblancos en un género distinto, Pseudogyps.



ALIMENTACIÓN



Carroñeros y oportunistas


Los buitres son aves carroñeras adaptadas para descubrir a gran distancia los animales muertos del Viejo Mundo, sin embargo, se alimentan únicamente de carroña. Así, por ejemplo, el alimoche sombrío completa su dieta de carroña y excrementos con pequeños insectos; y el buitre negro, además de carroñas de tamaño mediano o grande, captura ocasionalmente lagartos y tortugas.


Lo mismo sucede con el quebrantahuesos, que se alimenta principalmente de huesos de gran tamaño aunque no desdeña los pequeños cadáveres y completa, a veces, su dieta con tortugas. Su técnica es muy particular: cuando no consigue romper un huevo en el suelo, lo deja caer desde varias decenas de metros de altura sobre una zona rocosa destinada a este propósito (la huesera), y a continuación desciende en espiral para devorar los trozos y la médula. El alimoche común es un oportunista que, además de consumir carroñas, excrementos, restos y basuras –incluidas verduras y frutos podridos-, depreda animales pequeños o incluso de tamaño mediano, siempre que estén débiles o heridos. Y el buitre palmero se alimenta principalmente de los frutos de la palmera oleaginosa y de la rafia, y, en menor medida, de otras materias vegetales, peces, anfibios, moluscos y otros animales pequeños.



El gremio de la sabana



Las diferencias específicas en el tamaño corporal, en la fuerza y en el tamaño del pico permiten que una misma carroña sea utilizada por varias especies de buitres. Mientras los del género Gyps devoran principalmente la carne y las vísceras, las especies de mayor tamaño consumen asimismo la piel, los tendones e incluso algunos huesos, y los buitres más pequeños suelen alimentare con las piltrafas que se desprenden del cadáver. La coexistencia de varias especies de buitres en una misma carroña tiene su ejemplo perfecto y más estructurado en la sabana africana, donde las seis especies de buitres que la pueblan forman un auténtico gremio.


Aplicado a los animales, este término designa el conjunto de especies de una comunidad que se agrupan para explotar de un modo similar el mismo tipo de alimentos. Aunque explotan los mismos recursos, difieren en sus requisitos alimentarios. De este modo, mientras el buitre dorsiblanco y el moteado introducen sus largos cuellos en la cavidad abdominal para devorar las vísceras y los músculos blandos, el buitre orejudo y el cabeciblanco, más capacitados para desgarrar la piel, los músculos duros, los tendones y otros elementos coriáceos, atacan directamente estos tejidos. Los alimoches común y sombrío, por su parte, suelen merodear entre los trozos que se desprenden del cadáver, sin acercarse demasiado a sus parientes de mayor tamaño.




CICLO VITAL



Colonias y nidos



Como la mayoría de las rapaces, los buitres del Viejo Mundo suelen ser monógamos –el quebrantahuesos y el alimoche común, sin embargo, forman a veces tríos poliándricos-, y no es raro que las parejas permanezcan juntas de por vida.
Las especies del género Gyps tienden a anidar en colonias más o menos densas. Los buitres leonado, moteado y de El Cabo son siempre coloniales, mientras que el buitre dorsiblanco bengalí y el del Himalaya anidan a menudo en solitario. El buitre dorsiblanco africano constituye un caso intermedio ya que, si bien forma a menudo pequeñas colonias más o menos duraderas, también es frecuente que sus parejas no se asocien entre sí.


Frente a esta última especie y también frente al buitre leonado, que suele anidar en colonias de menos de veinte parejas y que en todo caso nunca superan las 150, están los buitres de El Cabo y moteado, de los que se conocen concentraciones de hasta un millar de nidos. Los otros buitres africanos, por el contrario, no son coloniales, si bien no es raro que las parejas del buitre orejudo aniden en grupos laxos. Este último buitre, en particular, construye una plataforma extensa, de hasta 1,5 m de diámetro, y la reviste interiormente con pelo y con hierba. Siempre anida sobre un árbol y, aunque prefiere las acacias espinosas bajas y expuestas, a veces lo hace sobre un boabad. Otros buitres africanos que anidan en árboles son el cabeciblanco, el dorsiblanco y el alimoche sombrío.


A diferencia de estas especies, el buitre moteado construye su ligera plataforma de palos sobre cornisas o salientes de acantilados, si bien en algunas zonas como el norte de Camerún también anida en árboles. Otro buitre africano que anida siempre en escarpas abruptas es el de El Cabo, como lo hace también el buitre leonado.



Puesta y desarrollo



A excepción del alimoche común, que casi siempre pone dos huevos –y el quebrantahuesos que a menudo pone un segundo huevo cuatro o cinco días después de poner el primero-, los buitres del Viejo Mundo suelen tener un único polluelo.
El buitre dorsiblanco africano, aunque suele poner un único huevo, puede llegar, excepcionalmente, a poner no sólo dos sino hasta tres huevos. La incubación, en este buitre, suele durar unos 56 días y la puesta tiene lugar a principios de la estación seca. El pollo, que es nidícola y nace cubierto de un denso plumón de color gris pálido, depende por completo de sus progenitores. Éstos, que ya se turnaron durante la incubación, también se relevan para alimentar a su cría, si bien la hembra suele alejarse menos del nido que el macho.


Como sucede con otros buitres del género Gyps, la alimentación de los jóvenes del dorsiblanco africano se efectúa con carne regurgitada, digerida en parte y mezclada con saliva que contiene los enzimas necesarios para que los pollos puedan terminar la digestión. Tras adquirir su primer plumaje a los 120-130 días, los jóvenes continuarán recibiendo algunos alimentos hasta que se independicen por completo.




EL ALIMOCHE COMÚN Y LOS HUEVOS DE AVESTRUZ



Como su homónimo sombrío, el alimoche común suele ser comensal del hombre. Como él, colabora en la eliminación de los desperdicios, engullendo los desechos que se acumulan en torno a los poblados, los residuos de los mataderos y de los vertederos de basura e, incluso, los excrementos humanos. A diferencia del alimoche sombrío, sin embargo, el común no sólo consume restos orgánicos y algunos ocasionales insectos: cuando la ocasión se presenta, también depreda pequeños vertebrados, tales como pollos de flamenco, peces moribundos, pequeñas tortugas e incluso conejos débiles o enfermos. Pero más que estas pequeñas rapiñas, el rasgo conductual que más sorprende en el alimoche común es, sin duda alguna, la manera que tiene de apropiarse del rico contenido de los huevos de los avestruces y de otras de gran tamaño.


A veces, cuando un avestruz deja sin vigilancia alguno de sus huevos en la sabana, un chacal intenta apoderarse de este bocado aparentemente fácil que encierra más de un kilogramo de nutritivo alimento. Pero el huevo tiene una cáscara dura, lisa como el mármol y prácticamente imposible de romper por el chacal, cuyas mandíbulas no consiguen cerrarse en torno a ella. Finalmente, el depredador no tiene más remedio que renunciar a su inmóvil presa y cederla a un carroñero alado, a un oportunista que, por lo menos en esta parte de la sabana del este de África, se ha convertido en un verdadero especialista.


Haciendo gala de un comportamiento inusual en el mundo de las aves –el de utilizar instrumentos-, el pequeño alimoche utiliza piedras que maneja diestramente con el pico, arrojándolas o dejándolas caer una y otra vez sobre los grandes huevos, hasta conseguir romper su cáscara. Más instintiva que propiamente inteligente, ya que el ave no la aprende de otros individuos de su especie, esta pauta de conducta deriva probablemente de otra más primitiva que consiste en arrojar pequeños huevos contra yunques de roca para romperlos. Siempre que pueden, en efecto, los alimoches comunes prefieren utilizar piedras redondas y de forma más o menos ovoide para romper los huevos de avestruz, en lugar de piedras con cantos agudos y, por tanto, más adaptadas para este propósito.

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